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Hitchcock, maestro absoluto

Hace un par de semanas, mi padre me preguntó si tenía algunas películas de Alfred Hitchcock. De los 53 largometrajes que filmó, el maestro del suspenso entre 1925 y 1956, cuento con 46 en mi colección... 

A pesar de que el estado de Baja California se mantiene en semáforo COVID rojo, que indica “no salgas si no es estrictamente necesario”, con más de 13 mil casos confirmados y más de mil cien defunciones, los cines han decidido que es una buena idea reabrir sus puertas.

Las películas que se presentan en las dos cadenas principales son en su mayoría cintas del año pasado y algunas clásicas, con un par de estrenos de poca monta y algo de cine de arte.

La recomendación y la actitud responsable es evitar asistir a cualquier lugar concurrido y cerrado, y si tomamos en cuenta que se trata de dos o más horas dentro una sala, con un grupo considerable de personas, el insistir en acudir al cine es sin duda una receta para el desastre.

Por el momento, es mejor para todos continuar con el visionado en casa.

Hace un par de semanas, mi padre me preguntó si tenía algunas películas de Alfred Hitchcock. De los 53 largometrajes que filmó, el maestro del suspenso entre 1925 y 1956, cuento con 46 en mi colección, así que pensé que sería una buena idea, darle gusto y ver algunos juntos durante los fines de semana.

Aunque mi predilección al revisitar filmografías es hacerlo cronológicamente, en este caso inicié por Asesinato (1930) que se exhibía en la plataforma de MUBI. No es precisamente una cinta representativa de Hitchcock ya que se trata de una investigación detectivesca estilo Agatha Christie. Sin embargo, tres años antes, en 1927, dirigió la que él mismo consideró como la primera verdadera película de Hitchcock, El Inquilino. Esta descripción es obviamente acertada, ya que en esta cinta muda se establecen varios de los temas recurrentes a lo largo de su carrera.

Por principio, es la primera vez que maneja el suspenso y la intriga como motor principal, con un personaje ambiguo que podría, o no, ser el asesino que anda suelto en Londres, ejecutando mujeres rubias (otro elemento esencial), a la vez que se incorpora el elemento del hombre perseguido erróneamente, tema repetido en Sabotaje (1942), El Hombre Equivocado (1956) y que llevó a su ápice con Intriga Internacional (1959), una de las mejores cintas de Hitchcock, que sirvió como modelo a seguir (aunque caricaturizado) para las películas de James Bond.

Desde este inicio es evidente, como dijeron Rohmer y Chabrol en su libro, “Hitchcock es uno de los mayores inventores de la forma en la historia del cine… (su forma) no solo embellece el contenido, sino que lo crea”.

La técnica de Hitchcock, y sus aportaciones al lenguaje cinematográfico solo pueden ser comparadas con el esencial trabajo de Griffith en los albores del cine. Y es que ahora, casi 100 años después de que iniciara su incomparable estilo, sus técnicas son utilizadas invariablemente en producciones audiovisuales para generar tensión a través del uso del tiempo y la edición.

Generaciones enteras de directores no existirían de no ser por los fundamentos que dejó como base (Polanski, DePalma, Spielberg). Y aunque en su mayor momento comercial no era muy apreciado en Estados Unidos como un verdadero cineasta, los franceses de Cahiers du Cinema lo reconocían como un verdadero autor, ya que Hitchcock creaba sus películas minuciosamente, desde la elección de la novela u obra de teatro original, el guionista que la adaptaría, realización detallada de storyboards, y la edición, hasta la musicalización y diseño de créditos.

Por esto el director decía que lo que más le molestaba era tener que filmar la película, ya que para el momento en que llegaba al set, la obra ya había sido perfectamente producida en su mente y lo inquietaba que sucediera cualquier cuestión que pudieran afectar en lo más mínimo su concepción previa perfecta, como la intervención de los actores.

Su mente trabajaba a manera de engranaje, tal como la de varios personajes principales de sus cintas, obsesionados con cometer el asesinato perfecto, que no dejara rastro alguno, como se ve en Sospecha (1941), Soga (1948), Pacto Siniestro (1951) y Con M de Muerte (1954).

Su dominio absoluto de la técnica es lo que le permitía convertir al suspenso en un arte, logrando involucrar al espectador y convertirlo en participante activo de lo que sucede en pantalla. Esta destreza en el manejo y manipulación de las emociones, es también resultado de su habilidad para filmar los pensamientos de sus personajes y hacerlos perceptibles sin tener que recurrir al uso de lenguaje.

Ese estilo único va más allá del suspenso, ya que es también reconocible en escenas de diálogo, por el intercambio de miradas, las expresiones y las pausas, que comunican la relación que existe entre los personajes, creando el ambiente dramático.

Espacio falta para hacer justicia al maestro, por ello continuaré en una columna futura. por el momento, Psicosis (1960) está disponible en Netflix. Es un buen comienzo.

El autor es editor y escritor en Sadhaka Studio.

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