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Hay una estrategia para la movilidad

La buena: hay una estrategia nacional para la movilidad. La mala: en Tijuana estamos muy lejos de alcanzarla.

La buena: hay una estrategia nacional para la movilidad. La mala: en Tijuana estamos muy lejos de alcanzarla. La buena es muy buena y es mucho mejor que la mala. El asunto es perseguir los objetivos que ahí se plantean para llegar hasta el final, pareciera demasiado tiempo de aquí a que Tijuana cumpla sus 150 años pero para una estrategia como ésta es apenas tiempo suficiente. Vamos por partes.

El sistema de movilidad tijuanense está entre los más atrasados del país, especialmente en lo que se refiere al transporte público. De 6 niveles de desarrollo estamos en el segundo…muy apenitas. Cada nivel requiere de mucho tiempo, dinero, consensos, infraestructura, modernización de unidades, automatización de procesos etc. Después de muchos años no se ha podido echar a andar el SIT en la ciudad. Siguen ahí las estaciones a media calle, vandalizadas, sin usarse; los carriles confinados quitando espacio al tráfico particular porque están vacíos, un espacio inutilizado. Es un ejemplo de lo difícil que es avanzar en la modernización del transporte público. Recientemente el gobierno del estado presentó una declaratoria de saturación del transporte público en el boulevard Agua Caliente y un plan para la transformación a uno que pase de calafias a transporte masivo. Esto ha generado protestas de los transportistas actuales a pesar de que están incluidos en la propuesta de solución para no afectarlos económicamente.

La estrategia nacional propuesta tiene varios ejes y me quiero detener solo en uno: movilidad eficiente, sostenible y de calidad. Plantea acciones como transitar a vehículos más eficientes y sostenibles o reducir la congestión vial, y una muy importante, elaboración de programas de capacitación y educación vial añadiría yo. Respecto de los vehículos ya lo sabemos todos en Tijuana, un tipo de transporte masivo que elimine la gran cantidad de calafias que vemos por todas partes, casi siempre sin pasajeros que las llenen; en rutas que tengan al pasajero como centro y a sus necesidades de movilidad, distancias y tiempo y no al transportista y sus intereses económicos como único factor que decide todo lo demás. Sobre la congestión vial no es necesario decir mucho más por que la experiencia diaria que todos estamos sufriendo todos los días es suficiente como argumento para justificarlo. Estas son acciones que requieren de mucho tiempo, planeación y dinero.

Pero hay otra que puede empezar de inmediato y es la capacitación y educación vial. Muchos conducen a alta velocidad (justificación para tantos topes que inundan la ciudad); no respetan los señalamientos viales como altos, vueltas prohibidas, segundas filas; el peatón con frecuencia no es merecedor del respeto del conductor sino todo lo contrario, es una molestia; las bicicletas no pueden andar por la ciudad sin correr muchos riesgos; se está perdiendo la vieja costumbre tijuanense de respetar el uno por uno en los cruceros con o sin alto; las reglas de cortesía se olvidan y dan paso a la barbarie, por decir solo algunas. Muchas de ellas se corrigen con educación, concientización, dar a conocer las reglas y también las costumbres, es decir, con educación vial.

Hay un plan y una estrategia, seguramente requerirá ajustes a lo largo de su implementación, pero hay plan y hay estrategia. Tienes dos retos: que se implemente y que se le de continuidad a lo largo de los años que requerirá para llegar a término aún con los cambios de gobierno que sucederán en ese tiempo. Una movilidad eficiente es una visión compartida por todos para cuando la ciudad cumpla sus 150 años.

*El autor es Presidente de la Fundación EduPaz.

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