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Espinas del rosal

La guerra entre el gobernador saliente, Jaime Bonilla y la entrante, Marina del Pilar Ávila Olmeda subió de tono la semana pasada.

La guerra entre el gobernador saliente, Jaime Bonilla y la entrante, Marina del Pilar Ávila Olmeda subió de tono la semana pasada. Incluyendo declaraciones y también la presentación de una nueva acción ante la Corte de cuatro alcaldes a favor de la municipalización del agua; escribiendo un nuevo capítulo de enfrentamiento entre alcaldes “bonillistas” y quien será la próxima gobernante.

El choque entre ambos políticos estatales, tuvo un ingrediente que lo hizo más interesante, la participación del presidente, Andrés Manuel López Obrador

El jueves, Ávila Olmeda estuvo con él en Palacio Nacional.

En la reunión estuvieron además de López Obrador y la próxima gobernadora, prácticamente todos los secretarios federales y parte del gabinete estatal que entrará en funciones el próximo 1 de noviembre.

Los temas fueron diversos, desde las finanzas, proyectos, programas de obras.

De las deudas que se heredarán, así como el destino de la Fotovoltaica y hasta la deuda con la CFE y el apagón del Acueducto.

Algunos asistentes nos confiaron, de manera extraoficial, que hasta sacaron todos los contratos del gobierno del Estado y autoridades federales dijeron que no eran viables.

En la junta se habló acerca de los desencuentros políticos sucedidos en el estado, en los últimos meses.

Una animadversión que ha escalado a tal nivel, que gente cercana al mandatario estatal asegura que lograrán la revocación de mandato de Marina del Pilar y en su lugar podrían ser colocados o la alcaldesa de Tijuana, Monserrat Caballero o el presidente municipal de Ensenada, Armando Ayala.

Al final de la reunión, López Obrador y Ávila Olmeda se tomaron una fotografía en el despacho del presidente. Imagen que retumbó en el estado dada la situación de enfrentamiento entre el todavía gobernador Bonilla y la entrante, Ávila Olmeda.

Además, el presidente invitó a la electa a su gira por BC, sabedor, quizá, de que Bonilla la haría a un lado.

Todo esto fue 24 horas antes de que el Primer Mandatario visitara el estado. Situación que incomodó a las todavía autoridades estatales, al grado de que previo a la gira, anuncian la realización de seis mini informes, aprovechando la visita presidencial.

Entonces, en los tres días de gira, el titular del Ejecutivo federal fue cauto y a los dos políticos bajacalifornianos les dio sus palabras de reconocimiento o su apoyo futuro.

Pero el lenguaje corporal no dejaba lugar a dudas; las discrepancias entre el saliente y entrante eran más que obvias.

Sus miradas eran disimuladas, distantes, quizá hasta esas que matan, pero todo se quedaba ahí. Marina y Bonilla eran vecinos distantes aunque pertenecen a Morena, el mismo partido de López Obrador.

De Bonilla, el presidente agradeció lo realizado.

De Marina confió en el seguimiento, pero además destacó que continuará el apoyo.

Y fiel a su costumbre, el mandatario federal no quiso abonar más al enfrentamiento entre la joven política y el maduro político que pinta canas.

Será por eso que AMLO vio una transición tranquila, sin sobre saltos todavía.

Así se vivieron las diferencias con miradas que se escabullían, como dos colegiales enojados que preferían no cruzarse.

Eran las espinas del rosal que marcaron la visita para despedir al amigo y recibir a la que espera ser su amiga.

La verdad sea dicha.

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