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El futuro como encuentro inesperado

En el verano de 1988, en el transcurso del Encuentro de Literatura de las Fronteras en el Centro cultural Tijuana, el escritor Jesús Guerra presenta su ponencia “La narrativa del futuro y las fronteras"... 

En el verano de 1988, en el transcurso del Encuentro de Literatura de las Fronteras en el Centro cultural Tijuana, el escritor Jesús Guerra presenta su ponencia “La narrativa del futuro y las fronteras”, donde expone la situación de la ciencia ficción en nuestro país tanto a nivel nacional y regional.

Para Jesús Guerra, la ciencia ficción fronteriza ya no puede ser una imitación de la ciencia ficción anglosajona sino una literatura propia, con una visión distintiva, donde el escritor sea no un “un soñador apartado de la realidad, sino inmerso totalmente en ella”, una especie de profeta situado en una zona privilegiada para contemplar los cambios por venir, las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales “en una época de comunicación global, en la cual las culturas influyen unas sobre otras al mismo tiempo, recibiendo influencias, pero ejerciendo otras a la vez”.

Por eso, el escritor fronterizo está ubicado en una plataforma de lujo para ver la sociedad en que vivimos y el destino –o los destinos- que nos esperan: “además, la ciencia ficción nos permite explorar cómo serán las fronteras del futuro. O si queremos fronteras. Y en este punto, la ciencia ficción es de una importancia especial: porque como narrativa del futuro, desborda las fronteras, lleva al ser humano a superarlas, y de ese modo a su mayor crecimiento y desarrollo”.

Tal vez el narrador que estaba cumpliendo al pie de la letra la propuesta de Jesús Guerra en la Baja California de los años ochenta del siglo XX no fuera otro que Arturo Casillas, autor nacido en Tepic, Nayarit en 1942 y que llegara a nuestra entidad a principios de los años setenta, convirtiéndose en periodista cultural y reportero de primera.

Pronto, en esa misma década de los años setenta, se convertiría en uno de los reporteros más audaces, llegando a ganar el Premio Nacional de Periodismo en 1981 en la categoría de reportaje. Más tarde trabajó para el diario Novedades de Baja California (el antecedente de La Crónica) y finalmente, a mediados de los años ochenta, creó su propio seminario: Mayor, en donde fue mentor para las nuevas generaciones de periodistas, tales como Jesusa Gamboa y Beatriz Limón. Al mismo tiempo, bajo el nombre artístico de Kasiyas, Casillas, mantuvo una trayectoria como fotógrafo de arte dentro del grupo Imágenes, donde ganó premios y reconocimientos por sus trabajos visuales, especialmente retratos y paisajes intervenidos.

La periodista Beatriz Limón ha dicho (La Crónica, 17-XI-2018) que Arturo Casillas “fue mi maestro en el periodismo, una guía firme y certera, de quien conservo el oficio de escribir y mi gran pasión por el fotoperiodismo.” Con él compartió “grandiosos momentos en el entorno cultural” mexicalense. Pero aparte de ser periodista y fotógrafo, don Arturo también fue narrador. Entre sus publicaciones están el libro de cuentos De viaje con la muerte (1976), ganador del Premio Juan Rodríguez Sullivan 1977, así como las novelas Los olvidados de siempre (1980) y Los herederos de Scammon (1982), así como el libro periodístico Horas de angustia (1995).

De toda su obra de creación, Los herederos de Scammon sobresale por ser una de las pocas obras de ciencia ficción ecológica con que cuenta este género literario en Baja California. Esta novela trata del contacto entre dos especies inteligentes: una terrestre, el ser humano, y otra, marina: las ballenas que visitan cada año las aguas de la península de Baja California.

Los herederos de Scammon, una novela que cuenta la historia de un periodista que va a hacer un reportaje y una ballena que se comunica con él, está expuesta con tintes de perplejidad y de asombro, y aparece como un diálogo donde se plantea el espíritu ecologista de su autor, el deseo de respetar a los mamíferos marinos como seres tan inteligentes y sensibles como nosotros, que deciden exhibir su capacidad racional para avisarle a la humanidad que está destruyéndose a sí misma al destruir la vida en su entorno.

En Los herederos de Scammon podemos ver que el reto verdadero de la ciencia ficción bajacaliforniana era, desde los tiempos de Guerra y Casillas, el de hacer buena literatura, en ir más allá de lo ya establecido, sí, pero con capacidad de captar la realidad en todas sus complejidades y contradicciones, en detectar el futuro como un diálogo necesarísimo entre la asediada naturaleza y la humanidad que la está exterminando. Lo que relató Casillas hace cuarenta años es hoy una tragedia en marcha, un futuro en caída libre.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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