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Cenicientita

Mi querida Ensenada de Todo Santos, se ganó el epíteto de la Cenicienta del Pacífico, cuando el gobernador Esteban Cantú cambió la capital de allá para Mexicali, lo cual se oficializó hasta 1917.

Mi querida Ensenada de Todo Santos, se ganó el epíteto de la Cenicienta del Pacífico, cuando el gobernador Esteban Cantú cambió la capital de allá para Mexicali, lo cual se oficializó hasta 1917. Ese hecho histórico que le arrebató la ventaja política y económica de ser capital, ha sido considerada por muchos como injusta. Sin embargo, la Cenicienta seguía siendo el municipio más grande del mundo, calificado así por muchos, de dentro y de fuera. Pero como el que mucho abarca poco aprieta, barruntos de tormenta se oían desde hace años de la hermosa bahía de San Quintín o de las Once Mil Vírgenes, su nombre original dado por el navegante español Sebastián Vizcaíno.

Paisanos que no pescan, todavía consideran que San Quintín es sólo el poblado que atraviesa la carretera federal # 1, o transpeninsular. No, San Quintín es una larga y acogedora bahía protegida por una península sin nombre, de la que destacan cinco volcanes, el mayor se llama Monte Manzo. Pero esta región ha destacado económicamente más por su agricultura de vanguardia que por su riqueza marina y potencial turístico. Y año con año fue creciendo el grupo de sanquintinenses que clamaban por ser un municipio libre, el sexto del Estado de Baja California.

La propuesta para crearlo es muy ambicioso. El municipio de Ensenada cuenta, o contó, con una superficie de 52,482 k². San Quintín quiere tener 32,835 k², dejándole a la Cenicienta sólo 19,518 k², ¡el hijo será más grande que la madre! Por ello, ensenadenses de pura cepa como mi querido amigo don Mario Ruanova Zárate, grita a cielo abierto ¡nos despojaron!. Debe haber otros porteños inconformes pero lo cierto es que el movimiento separatista sanquintinense ha picado piedra muchos años y su gestión puede cristalizar en cuanto el Congreso del Estado lo apruebe.

El espacio es insuficiente para mencionar poblados y ranchos que pasarán de ensenadenses a ser sanquintinenses, pero lo cierto es que se pretende abarcar hasta el mismísimo paralelo de 28° de Latitud Norte. En un descuido del Estado sureño, los sanquintinense se van a tragar hasta ¡Guerrero Negro! Pero lo verdaderamente importante no es tanto el tamaño del territorio, sino el progreso de su gente. El domingo anterior publiqué en el suplemento Estilos de La Crónica el caso de personas de esa región con seis dedos, debido precisamente al aislamiento y desatención en que viven, que hoy en plena pandemia, resulta una ventaja.

Cuando veo el mapa del nuevo municipio, imagino todos aquellos bellos lugares, costeños y serranos, con al menos cuatro Misiones que antes eran ensenadenses y ya no lo serán. Imagino que la ventaja de esta histórica separación traerá mejores condiciones de vida. La tan anhelada ampliación de la carretera transpeninsular, que ahora quedará totalmente en el nuevo municipio.

Nuevos ramales carreteros como el que va a Santa Rosalillita vestigio de la pretendida Escalera Náutica. La bella ahora será la Cenicientita del Pacífico. Fotos en FB.

*- El autor es investigador ambiental independiente

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