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-Pase usted… -Después de usted…

Cuando me mudé con la familia a Tijuana desde Mexicali al final de la década de los setentas, las calles de Tijuana se distinguían porque, además de los miles de baches, los conductores eran muy respetuosos de las señales de tránsito además de ser corteses con los peatones y otros conductores, cediendo el paso amablemente y sin prisas.

Cuando me mudé con la familia a Tijuana desde Mexicali al final de la década de los setentas, las calles de Tijuana se distinguían porque, además de los miles de baches, los conductores eran muy respetuosos de las señales de tránsito además de ser corteses con los peatones y otros conductores, cediendo el paso amablemente y sin prisas. Poco más de cuarenta años después, al caminar o circular por Tijuana, salta a la vista cómo las reglas de tránsito son meras sugerencias opcionales para respetar. Los vecinos del norte que se atreven a cruzar la frontera son los más sorprendidos al ver desde sus autos, cómo los peatones se atraviesan por donde sea y pronto notan que los altos y semáforos en rojo rara vez son respetados por los agresivos conductores que circulan por la ciudad. De hecho, el respetar los altos como automovilista, merece agresivas reacciones e insultos de otros automovilistas que se ven sorprendidos cuando un conductor respeta las reglas de tránsito. Circular en bicicleta, ni pensarlo; es un deporte de alto riesgo en una ciudad donde sus conductores sólo necesitan tener pulso y 500 pesos para obtener una licencia de conducir. Entonces así, lo que ha dominado y definido nuestras calles durante las últimas dos décadas, es el poco respeto de las reglas, la evidente impericia de muchos conductores, las pésimas condiciones mecánicas de los vehículos que circulan, la ilegalidad del parque vehicular plagado de autos chocolate, placas vencidas y sin seguro, así como la ausencia de una autoridad presente vigilando y sancionando el comportamiento de transeúntes y conductores en las calles. Tijuana es el viejo oeste del automovilismo en nuestro país.

Ni la misma ciudad de México resulta tan complicada para los automovilistas y peatones como Tijuana; cuando visitas la capital del país, lo primero que percibes es que los automovilistas circulan, aunque agresivamente entre el tráfico, con gran pericia y habilidad siempre observando y cumpliendo cabalmente con la normatividad; los reglamentos que rigen su convivencia en las calles son claros y al mismo tiempo estrictos y los conductores son vigilados por un cuerpo de inspección omni presente en las calles y poco permisivo. Ante una falta al reglamento de tránsito, los inspectores son poco flexibles al aplican fuertes sanciones además de registrar el acto en el historial e incidencia del automovilista para que, con un novedoso sistema de puntos y ante la acumulación de suficientes faltas, la reincidencia pueda provocar que la licencia de conducir sea suspendida temporalmente o cancelada por completo, negándole justificadamente el derecho a conducir.

Esta semana ha circulado por redes sociales de Tijuana un documento y grabaciones que sugieren que nuestro ayuntamiento se prepara para por fin hacer algo respecto al caos vial de nuestra ciudad. Al parecer, se preparan para aplicar cuantiosas sanciones a automovilistas que cometan faltas al reglamento de tránsito y los agentes, presuntamente estarán equipados con modernas tabletas que permitirían, incluso, hacer el cobro electrónico al momento de la sanción. Hasta este viernes, me ha sido imposible confirmar si esto es cierto, pero de ser así, lo celebro y reconozco como un gran inicio en una posible y muy anhelada vuelta al orden vial. Esperemos que este esfuerzo, de confirmarse cierto, sea productivo y que logre meternos en cintura y que de paso se recauden unos cuantos centavos que bien le hacen falta a nuestra ciudad. Sin embargo, lo que me encantaría es que los agentes sean implacables, que apliquen el reglamento y sanciones justamente y no se presten a la tradicional “mordida” o al abuso hacia nuestros paisanos que nos visitan. Pero, sobre todo, ojalá y muy pronto regresemos a aquella Tijuana donde el “pase usted, después de usted”, vuelva a ser la regla y no la excepción.

* El autor es arquitecto tijuanense, pro ciudades compactas.

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