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La verdad en la locura

Dice el dicho que los niños y los borrachos dicen la verdad, a veces los locos también.

Dice el dicho que los niños y los borrachos dicen la verdad, a veces los locos también. La primera vez que tuve que escribir un ensayo formal fue en mi tesina de la especialidad de psiquiatría, trató sobre la relación entre los mitos y el discurso delirante, estaba en esa época leyendo mucho sobre antropología y sobre psicoanálisis. Desde el psicoanálisis se puede demostrar que los sueños, los olvidos, los errores al hablar están comprometidos con el deseo, con el inconsciente, de esta manera me preguntaba si el delirio psicótico podía mostrar algo del inconsciente. La verdad dentro de la locura es algo que suele encontrarse. Todo esto en relación con las inmolaciones psicóticas como protesta ante los miles de muertos por Israel en Gaza. Primero en Atlanta una mujer se prendió fuego frente al Consulado de Israel, recientemente un miembro de la Fuerza Aérea americana se prendió fuego gritando protestas sin inmutarse o dar señales de dolor. Ha habido algunas personas que se inmolan por una causa, a mi generación nos quedó grabadas las imágenes de Thich Quang Duc, un monje, no psicótico, que fue viral mediante la televisión en 1963 al protestar en Saigón por la discriminación del gobierno a los budistas, ardiendo sin inmutarse. El viernes se inmoló otra persona, ahora frente al juicio de Trump. Prenderse así puede parecer heroico, sin embargo, necesita una dosis de fanatismo que raya en la locura.

El malestar social de saberse financiando esta guerra se manifiesta en frecuentes y masivas marchas alrededor del mundo. Yo no recuerdo haber visto una causa que uniera a la gran mayoría de la humanidad, esto es terreno fértil para actos alocados, llámele guerra o terrorismo. También individuos o pequeños grupos que pueden cometer una atrocidad por no soportar las imágenes que tenemos diariamente en la pantalla. Es de tal magnitud y, sobre todo, visibilidad, que está afectando el ánimo mundial. Genera un discurso de odio antijudío o antimusulmán, polariza sin comprender la complejidad y trasfondo de este singular conflicto. Alocada fue la masacre de Hamas, cientos de hombres frenéticos matando o secuestrando a todo el que se encontraba enfrente, barbarie que a su vez es rebeldía, actos de locura cometidos por el odio y el fanatismo, lleva tantas décadas este conflicto que nos perdemos en quién tiró la primera piedra. Este malestar social toma cada vez más un rumbo que pasa de la indignación ante el dolor del otro al temor de una guerra mundial sobre nuestras cabezas. No nos olvidemos de los genocidios recientes y actuales en África y el Medio Oriente, que el miedo de que nos salpique no nos haga olvidar a los que están siendo asesinados.

*El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.