Cambios en el microbioma intestinal podrían estar vinculados a trastornos del desarrollo neurológico infantil
Los investigadores sospechan que la penicilina aumenta los niveles de Citrobacter y disminuye, si no elimina, Coprococcus en el microbioma.
ESTADOS UNIDOS.- Un informe divulgado por la Universidad de Florida (UF) sugiere que ciertos cambios en el microbioma intestinal de los niños podrían tener una relación con futuros diagnósticos de trastornos del desarrollo neurológico, como el autismo y el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad).
Realizado por el Instituto de Ciencias Agrícolas y Alimentarias de la UF (UF/IFAS) y de las universidades de Linköping y de Örebro, en Suecia, el estudio —siendo el primero de su tipo— destaca que cambios en el microbioma intestinal pueden estar relacionados con factores ambientales y tratamientos comunes, como el uso de antibióticos para infecciones de oído durante la infancia.
¿Qué es el microbioma?
La microbiota y el microbioma son dos términos relacionados pero diferentes que se utilizan para describir el ecosistema microbiano que habita en nuestro cuerpo.
La microbiota se refiere a la comunidad de microorganismos que viven en un determinado ambiente, como el tracto gastrointestinal, la piel, la boca o el tracto respiratorio, y es única para cada persona y puede variar según factores como la edad, la dieta, el estilo de vida y la salud en general.
Por otro lado, el microbioma se refiere al conjunto completo de genes de todos los microorganismos que componen la microbiota. Es decir, el microbioma es el catálogo genético de los microorganismos presentes en un determinado hábitat, como el intestino. El microbioma incluye el ADN de las bacterias, virus y otros microorganismos presentes en el cuerpo.
En resumen, la microbiota se refiere a los microorganismos vivos que habitan en nuestro cuerpo, mientras que el microbioma se refiere a todos los genes presentes en esos microorganismos.
Datos y análisis del estudio
Los datos utilizados provienen de 16.440 niños suecos, recopilados a lo largo de 20 años como parte del programa All Babies in Southeast Sweden (ABIS). De estos niños, un 7,28% desarrolló algún trastorno del neurodesarrollo, lo que permitió realizar análisis sobre factores biológicos y ambientales que podrían influir en estos trastornos.
Los investigadores encontraron diferencias significativas en el microbioma intestinal de los bebés que luego recibieron diagnósticos de trastornos del desarrollo neurológico. Estas diferencias variaron según el tipo de trastorno, pero también mostraron patrones comunes.
Bacterias que promueven la salud intestinal, incluidas Akkermansia, Bifidobacterium, Ruminococcus y Faecalibacterium, “eran deficientes” en infantes con diagnósticos futuros de trastornos del desarrollo neurológico.
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Un hallazgo sorprendente del estudio fue la correlación entre el tratamiento de infecciones de oído con penicilina, en donde niños de hasta los 5 años de edad presentaron más de tres veces la probabilidad de desarrollar trastornos del habla y TDAH, además del doble de riesgo de una discapacidad intelectual en la infancia.
Angelica Ahrens, científica investigadora de UF/IFAS apuntó que los antibioticos “no son algo necesariamente malo” pero que “su uso excesivo puede tener efectos negativos en el microbioma”, y que para algunos niños, podría no recuperarse tan fácilmente.
El estudio también reveló que el tabaquismo durante el embarazo aumentó significativamente la probabilidad de que los niños desarrollaran trastornos del desarrollo neurológico.
Además, los datos revelaron que las madres que consumían más de 15 cigarrillos al día, el humo de segunda mano aspirado por sus niños provocó que tuvieran casi cinco veces más probabilidades de desarrollar TDAH, y cuando el padre fumaba la misma cifra, los niños tenían más de tres veces la probabilidad de desarrollar autismo.
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