Buscan vacuna contra la amiba de vida libre

Investigadores del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson) iniciaron un esquema de inmunización en busca de una vacuna en contra de la amiba de vida libre.

Después de que en 2017 lograran aislar la amiba balamuthia mandrillaris y de que detectaran la presencia de anticuerpos contra amiba de vida libre en niños de la región, los doctores Fernando Lares Villa y Luis Fernando Lares Jiménez iniciaron un esquema de inmunización en conejos.

Con este trabajo, aseguraron, se busca obtener un suero benéfico para la producción de una vacuna en contra de estos microorganismos que representan un potencial agente patológico en humanos y animales.

A pesar de que en 2003 se registró el último caso (de enfermedad) por amiba de la vida libre en Cajeme en un menor de 4 años, investigadores alertan sobre la peligrosidad de estas, ya que pueden ser letales.

Lares Jiménez mencionó que previo al estudio hicieron crecer de forma masiva los microorganismos, a la par que prepararon a los seis conejos que utilizaron, ya que tenían que cumplir ciertas características de tamaño y peso para generar suero suficiente para examinar.

Explicó que se utilizaron más de medio millón de amibas vivas en la primera inmunización intravenosa realizada a los ejemplares.

"Buscamos que se disparen los niveles de anticuerpos contra el atacante específico colocado, esperamos que para la tercera semana de diciembre podamos obtener en sangre el suero benéfico para la realización de una posible vacuna funcional para cuatro amibas diferentes: Ballamuthia mandrillaris, naegleria fowleri, una especie de acanthamoeba patógena y vermamoeba", informó.

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Este estudio abre la posibilidad de que los investigadores del Itson descubran cómo crear vacunas, señaló, lo cual no se ha podido hacer en todo el mundo debido a las dificultades para diagnosticar las enfermedades que provoca y por lo tanto se relegan las investigaciones acerca de esos protozoarios.

Aunque el proyecto es bastante ambicioso, ya se tienen muchos avances, esto gracias a trabajos previos, mediante los cuales se aisló y descubrió que la amiba vive también en el agua y no sólo en la tierra, como se creía.

El gran reto es que después de todas las pruebas a realizar, mencionó, obtener un reactivo diagnóstico y de ahí crear la vacuna.