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22 víctimas del atentado en Moscú siguen graves

El pasado viernes, pistoleros irrumpieran en el Crocus City Hall, ubicado en las afueras de la capital.

Decenas de personas homenajean a las víctimas del ataque contra el Crocus City Hall a las afueras de la sala de conciertos, en la región de Moscú, Rusia. 24 marzo 2024. REUTERS/Maxim Shemetov

Moscú.- En un hospital de la capital rusa, el Ministro de Salud, Mikhail Murashko, ofreció un sombrío balance el martes: veintidós víctimas del devastador asalto a una sala de conciertos se encuentran en estado grave. Entre ellas se encontraban dos menores, cuyos destinos se mantenían en vilo tras el acto terrorista que dejó más de 130 personas sin aliento.

El pasado viernes, pistoleros irrumpieran en el Crocus City Hall, ubicado en las afueras de la capital. Con 139 personas confirmadas fallecidas, resultando en uno de los atentados terroristas más recientes de la historia actual.

El presidente Vladímir Putin, en un intento por esclarecer la autoría del ataque, declaró el lunes que los perpetradores eran “islamitas radicales”, aunque sus palabras no lograron disipar la controversia que rodeaba al incidente.

A pesar de las evidencias que apuntaban al grupo extremista Estado Islámico como responsable, Putin insistió en señalar a Ucrania, desatando una ola de tensiones diplomáticas entre ambas naciones.

Marco judicial en el conflicto

El escenario judicial también reflejaba la gravedad del suceso, con cuatro hombres de nacionalidad tayika enfrentando cargos de terrorismo ante el tribunal de Moscú.

Dalerdzhon Mirzoyev, Saidakrami Rachabalizoda, Shamsidin Fariduni y Mukhammadsobir Faizov, acusados de cometer un acto terrorista con resultado de muerte, se enfrentaban a una posible condena de cadena perpetua.

El conflicto se vuelve aún más grande con Turquía como un eslabón crucial en la cadena de eventos que desembocaron en la tragedia.

Según un alto cargo de seguridad turco, dos de los atacantes habían pasado un breve período en el país antes de dirigirse a Rusia el 2 de marzo, dejando un rastro de radicalización y violencia en su camino.

Fariduni y Rachabalizoda, los presuntos autores intelectuales del ataque, habían dejado huellas de su presencia en hoteles de Estambul, alimentando así las sospechas sobre una posible radicalización en suelo ruso.

Las autoridades turcas, consternadas por su involuntaria participación en el trágico desenlace, señalaron con pesar que los sospechosos no tenían órdenes de detención pendientes, lo que les permitió viajar libremente entre Rusia y Turquía.

Mientras tanto, el saldo de víctimas continuaba en ascenso, con más de 180 personas heridas en el ataque, muchas de ellas luchando por su supervivencia en hospitales saturados de angustia y desesperación.

Aunado a esto, la filial de Estado Islámico en Afganistán se atribuyó la responsabilidad del atentado.

Por su parte, Putin reconoció la naturaleza del enemigo: extremistas cuya ideología chocaba frontalmente con los principios del mundo islámico.

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