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MIRADOR

Sé que me estás mirando desde tu mundo, Terry.

Sé que me estás mirando desde tu mundo, Terry.

Estoy cierto de que los perros tienen alma. Cristalina y llena de luz, no como la humana, enturbiada por insanas ambiciones, mezquindades, envidias y rencor.

Claro y luminoso también ha de ser el mundo en que te hallas, no como el mío, enfermo ahora y siempre sacudido por nuestra maldad.

No dejes de mirarme, perro amado. Tus ojos de agua volverán a poner en mí el amor que me diste, y tu bondad. Irás conmigo, como cuando subíamos al monte y por imprudencia mía tardábamos en regresar. Nos caía la noche; perdía yo la senda y tú la encontrabas para mí. ¿Te acuerdes?

Nunca me olvides, Terry. Sigue dándome tu amor.

Siempre me lo darás, estoy seguro.

No tomes en cuenta que soy hombre: Tú eres perro.

¡Hasta mañana!

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